(Por Fernando Mariona en representación de sus amigos del Club)

Fue un claro exponente del «club man».

Socio vitalicio que atravesó en forma natural como tantos las etapas de su infancia, adolescencia y juventud dentro de nuestro Club, y quien, desde los comienzos de su madurez, comenzar a devolverle todo lo que sentía haber recibido, y hasta un poquito más, cumpliendo con las bases éticas tácitamente impuestas desde el acto fundacional de nuestra “segunda casa”.

Con su logística implacable y su espíritu de unidad, fue una pieza fundamental en innumerables ocasiones en las que el Club debía exhibir sus tradicionales virtudes de excelente anfitrión.

Colaboró intensamente sin necesidad de títulos ni honores en diversas actividades, mantuvo encendidas las brasas de la relación con los amigos de otros clubes, instó con buenos propósitos el acercamiento entre jóvenes y veteranos para hacer conocer nuestra extensa y rica historia de reconocimiento, tradición y respeto.

Fundador junto a un pequeño grupo de socios del “Grupo de Cenadores y Almorzadores de Jueves y Sábados”, surgidos del rugby, paddle y paleta, se desvivió por mantenerlos unidos, organizados, confortables y respetuosos.

Su simpatía y don de gente siempre lo llevó a ser una persona muy querida y respetada.

Su partida impensada, repentina, casi trágica, deja un muy importante vacío en los corazones de todos aquellos que tuvieron la suerte de compartirlo y de quienes aun sin conocerlo, recibieron de rebote, el mérito de su labor de unidad y comprensión.

¡Lo vamos a extrañar!